Gótico o de Tim Burton, como a mi chico le gustaba llamarlo. De mierda como a mí me gustaba llamarlo.
El caso es que después de tanto tiempo queriendo ir, después de todos los preparativos, los planes, las ilusiones... nos encontramos con la ley de Murphy.
Día Uno: vientos huracanados, lluvia torrencial, granizo, bajas temperaturas. Mojados desde las 10 de la mañana. Atracciones cerradas antes de lo previsto en las programaciones, sin tener que ver con el clima. Restaurantes cerrados.
Día Dos: nublado, temperaturas más bajas que el día uno, mucha más gente, colas de horas. El restaurante donde comemos como evento especial del viaje resulta dar un servicio pésimo, y acabamos quejándonos. Nos compensan con dos vales para saltarnos las colas, pero...
Día Tres: sol a rachas, temperaturas más bajas que el día dos, peligro de congelación de deditos del pie. Una de las atracciones que usamos con el vale se para en mitad de trayecto. Al final del día me encuentro con un chicle pegado en mis pantalones.
Así, ¿cómo se coge una las vacaciones? Lo tengo claro, la próxima en casa, debajo de las mantas. He dicho.